La hora, creo, aún no llega
y me siento preparado
para recoger las velas.
En el último momento,
alegraos, recordad:
juntos, me hicisteis eterno.
Ha sido hermosa mi vida…
Seré entonces feliz viendo
cómo siguen en vosotros
siempre mis venas ardiendo.
Sólo quedará la guinda:
cerrar los ojos reunidos
con nuestras manos cogidas.
Jesús.