Cierro los ojos y me llega un vendaval de silencio desde lo más hondo del tiempo.
La luz se cuela adormecida en mis párpados cerrados, vueltos al cielo, y trae sombras que danzan lentas al son de unos trinos sin aves que estuvieron ahí siempre, suspendidos desde el principio de Todo esperando este momento.
Cierro los ojos y siento que he llegado de nuevo a esta ola inmensa y suave de ser que, a veces, muy de tarde en tarde, me inunda por dentro.
Jesús.