Había muerto un hombre
Y, desde mi ventana, se veía,
Tímido, un sol tibio,
Enrojecido,
y un bando de palomas
Blancas que volaban.
Había muerto un hombre y yo
me había quedado sin palabras.
Por la ventana, entonces,
Las palomas, la humedad verde del suelo,
el sol venciendo su pereza
comenzaron de nuevo
el arrastrar cansino de sus días.
Había muerto un hombre y, entonces,
Una sonrisa tuya
Me hizo salir
a buscar un lugar
Entre esas cosas de la vida.
Jesús.
martes, 27 de abril de 2010
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