Me sonríen desde el fondo del tiempo, Pedro y Mercedes, paseando cogidos del brazo, casi arrastrando los pies. Junto a mí, en la esquina de El Barco, los ve pasar incrédulo Lorenzo, al que mi recuerdo ha revivido en este instante.
Lorenzo llegó una mañana a la casa de vecinos buscando a Mercedes, su novia de siempre. Él desapareció de un día para otro al inicio de la guerra y volvía ahora, pasados los años, cuando pudo hacerlo sin que su vida corriera peligro. Imagino la impotencia de Lorenzo y su familia sin poder decir una palabra sobre él a su novia por miedo, la impotencia de Mercedes sintiéndose abandonada y sin entender nada. La impotencia de ambos al reencontrarse pasado el tiempo en una situación que no tenía remedio:
-Pedro es un buen hombre, tenemos hijos. Si yo hubiera sabido... -Si yo hubiera podido...
No me imagino cuánto dolor puede caber en una despedida como ésa, sin un beso siquiera que sirviera para mitigar la congoja.
Veo a Pedro y a Mercedes cogidos del brazo, casi arrastrando los pies. No sé si él se enteró alguna vez de aquella escena, no sé lo que pudo durar la herida en ella..
Ahora, así, agarrados, andando juntos es como yo los recuerdo siempre. Pedro y Mercedes fueron buenas personas, sus hijos son buenas personas. Creo que supieron construir con sus circunstancias una buena historia; no la que habían soñado, seguramente, pero una buena historia.
Cuando yo oí contar esto a mi madre y mis tías, entre sorbos de café, una tarde de verano en que tenían de fondo la radionovela y creían que los niños dormíamos la siesta, me llevé una sorpresa muy grande, me invadió una pena muy grande. Al niño que yo era entonces no le cabía en la cabeza que la vida pudiera castigar de esa forma tan injusta a las buenas personas, como no me cabía en la cabeza que ellos hubieran vivido sus vidas con tanta normalidad habiéndoles ocurrido aquello. Después, esa misma vida, gracias a personas como ellos, se encargó de enseñarme a vivir a mí también. Pero aquella tarde de radionovelas de verano faltaban aún muchas historias como ésta para que mi inocencia fuera dejando sitio a todo lo que aún me faltaba por ver.
Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario