sábado, 14 de junio de 2025

Escrito a lápiz en tu vida

 Quiero estar escrito

con lápiz

en tu vida.


Sabiendo

que tengo que reescribirme

para no ser borrado 

por el uso.


Manteniendo al reescribirme

los trazos del pasado

renovados,

siempre iguales

y siempre nuevos.


Quiero que me sientas

siempre

escrito con lápiz

en tu vida.


Con la suavidad

del lápiz,

con la persistencia

del lápiz.


Con la levedad

efímera

de las cosas sencillas,

con la verdad

eterna

de las cosas sencillas.


Jesús.

miércoles, 11 de junio de 2025

Anoche dormí contigo

 Anoche tenía sueño

y me eché a dormir mecido por tus palabras

que salían del teléfono para acariciar mi oído, para acariciarme.

 

Fui entrando despacio, suave, dulcemente,

en una especie de nube que lo fue envolviendo todo

poco a poco.

 

Las gaviotas me miraban desde la pared

y salieron de sus marcos para acompañar mi sueño,

que no era el mío, que era el nuestro.

 

Entre sueños te sentía tendida en nuestra cama,

tendida a todo lo largo de nuestra cama,

sonriendo desde ese espacio un tanto distante

en que te sientes tan cómoda,

tan protegida tras de tus ojos, a salvo de todo,

observadora, expectante.

 

Sonreíamos y nos acariciábamos

mirando, alternativamente,

el vuelo de las gaviotas, el vuelo de nuestras manos.

 

Después, desperté,

desperté con esa sensación de plenitud que da la belleza,

la belleza del vuelo compartido, del amor soñado tan vivido.

 

Jesús.

sábado, 7 de junio de 2025

Antonio Medina

Pasa junto a mí

Antonio con su bicicleta.

Se me queda mirando

como a cámara lenta.

Me mira con serenidad, sonriendo,

con esa serenidad con que sólo miran los muertos.


No supe decírselo antes.

No importa, me dicen sus ojos:

tú no lo sabías, pero yo siempre lo supe.


Compartimos en este instante, en esta mirada,

aquella redacción, toda mi vida,

aquella redacción en la que empezó todo.


Me mira con esa sonrisilla burlona

en la que nada es serio,

en la que todo es trascendente.


Vuelve en bicicleta Antonio,

que se fue para siempre hace ya tanto

y me mira a cámara lenta,

con esa sonrisilla burlona, 

con esa serenidad

con que sólo miran los muertos.


Jesús.








lunes, 2 de junio de 2025

Hoy me ha pasado algo II

Hoy me ha pasado algo

y me sorprende salir a la calle

y ver que el mundo no lo ha notado.


Paso ante la gente,

unos me saludan, otros me ignoran;

como siempre.


Paso ante la gente y no puedo entender  

que no vean en mí, hoy, la luz,

la luz que me rebosa, la luz que me desborda.


Y me pregunto

a cuánta gente le desborda hoy la luz

sin que yo pueda verlo.


Jesús.








viernes, 30 de mayo de 2025

Hoy ha pasado algo

Hoy me ha pasado algo

y me sorprende salir a la calle

y ver que el mundo no lo ha notado.


Paso ante la gente,

unos me saludan, otros me ignoran;

lo de siempre.


Paso ante la gente y no puedo entender  

que no vean en mí la luz,

la luz que me rebosa, que me desborda.


Jesús.


Molino de Benarosa

Tus ojos, la luz, tus labios;

tus labios, la luz, el beso...


Me besaste o te besé:

nos besamos...


El aire envolviéndolo todo,

inundándonos todo:

el color, el olor de nuestras miradas;

el color, el olor de nuestras palabras;

el calor del aire tibio dentro

llenándome de ti,

llenándome de ti hasta lo más hondo,

llenándome de ti, cálido, acogedor, pleno.


Jesús.

domingo, 25 de mayo de 2025

Mi zapatero, "El maestro música". Calle Nueva, Alcalá de Guadaíra.

Tras la puerta desvencijada y horadada, 

en una habitación hundida, 

está el Maestro Música, mi zapatero. 


La zapatería la recuerdo en silencio, 

en silencio y a oscuras, como un templo. 

La zapatería era una habitación muy pequeña

se llegaba a ella, bajando unos escalones. 


Y allí abajo, entre montones ordenados 

de zapatos, sentado con su delantal azul, 

estaba el maestro.


Veo desde la luz, desde mi juventud, 

a este hombre al que admiro tanto, 

en ese pozo de oscuridad. 


Se mezclan en mí, al verlo, 

melancolía y admiración

por cómo su mera presencia 

da vida a este pozo, convierte 

en pozo de sabiduría este agujero.


De su boca van saliendo 

palabras que yo jamás había oído:

melómano, percusión, instrumento de viento,

Bach, Mózart, director de orquesta.


Sigo oyendo en mi memoria, extasiado, 

la voz del maestro durante horas,

como aquel niño sobrecogido, 

emocionado mientras lo escuchaba hablar. 


Oyendo al Maestro, viéndolo trabajar, 

descubro el entusiasmo 

ante todo lo que está bien hecho, bien contado, 

gracias a la vida, a la tranquila pasión,

a la humanidad que rebosan 

las palabras de este hombre. 


Él no tenía el tono expansivo, 

el ritmo narrativo de Manolo el de El Barco 

esa capacidad suya de revivir las historias. 



El maestro era pequeño y menudo, 

con esa forma de silla que adquiría 

su cuerpo sobre el taburete, 

con la cabeza siempre gacha, 

mirando el trabajo mientras hablaba 

por esos ojillos pequeños. 


El Maestro, lo era en el tono íntimo, 

en el amor que te daba mientras hablaba, 

en el lirismo sencillo y tosco 

de ese hilo de voz aflautado

que salía de su pequeña humanidad.

 

Jesús.