La arena, en su lenta caída,
de este reloj del tiempo infinito,
me ha ido desgastando, poco a poco,
esas benditas cataratas juveniles,
que me permitieron no ver con claridad
tantas cosas, durante tanto tiempo.
La arena, con su fluir lento,
me ha ido construyendo, en su caída,
una coraza dura, un muro
que me protege de las heridas
que me fue produciendo
el fluir diario de la realidad descarnada.
La arena, con su fluir lento,
me ha ido construyendo, en su caída,
una coraza dura, un muro
que me va distanciando del goce
que me produjo, en otro tiempo,
el fluir diario de la realidad soñada.
Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario