miércoles, 31 de mayo de 2023

Junto al mar, parece tan fácil la vida...

 Estoy sentado frente al mar, viendo el mar, oyendo el mar, sintiéndome acariciado, mecido  por su brisa y por el sonido de sus olas.

Allá al fondo, el agua se desborda hacia un precipicio de cielo y bruma. Los islotes descansan  como inmensas ballenas perezosas que flotan inmóviles. Unos pocos barquitos se balancean suavemente una y otra vez, rítmicamente, con una movimiento que se repite, pero que nunca es el mismo. 

Me gusta el mar; creo que es mi medio natural. Me gusta observarlo, sentirlo, sentirme en él. Pero también me gusta ver a la gente que pasea junto a él; sin prisa, sonriente. Van caminando despacio, como contagiados de su cadencia. Unos de la mano, otros con las manos en los bolsillos. Van girando la cabeza, mirándolo de vez en cuando. No hace falta más, lo oyen, lo sienten, está en ellos, incluso en los que no lo advierten. Gente que camina sola, jóvenes con niños, personas muy mayores que parecen, al menos por un momento, reconciliadas con el mundo,... 

Junto al mar, parece tan fácil la vida...

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