lunes, 5 de octubre de 2009

El Callejón. Novela por entregas. Página 25.

Arriba, ya en el apartamento, mis manos buscan el calor dulce de tus pechos, mi pecho cubre lentamente tu espalda, mis piernas juegan a trenzarse con las tuyas, mi boca abre caminos con su aliento enamorado entre tus muslos, y, luego, mi sexo se mece, rítmico, en el centro del tuyo. Me mezo dentro de ti lenta, muy lentamente, y nuestro aliento se va fundiendo con el sopor que nos invade y el aire se hace denso y blando y cabalgamos por la bruma y rodamos por la hierba fresca hasta la orilla del mar, donde una hermosa vaca grande y rosa nos lame protectora la espalda. Y tú me acaricias el pelo húmedo, los labios entornados; me hundes aún más dentro de ti, y pasas rodando entre mis manos las caderas y tus muslos. Y la vaca, en un postrer lamido infinito, nos funde en luciente magma de cristal negro.
Recién duchados por la dicha dorada del sol, nuestras manos van latiendo juntas y el aire puro penetra nuestros ojos cerrados en una sonrisa vuelta al cielo mientras en la calle la gente se abanica abriéndose al paso del vuelo de tu bata blanca, donde vuelo yo. Y en una ancha avenida etérea, subimos los dos buscando el infinito.
La alegría del aire se hace rumor agudo en la boca juguetona de un niño que responde a las caricias de nuestras manos sobre su cuerpo, que agita la luz con su bullicioso batir de alas.
Y voy bajando como si el cielo me fallase un poco más a cada paso, y cada paso me hundiera un poco más y mis manos no pudieran ya tocarte.
Y el niño se nos cae de entre los brazos y flota en el aire hacia delante, fuera ya de mi alcance y el tuyo; y tú nos miras sonriente y sigues tu camino sin pausa hacia lo alto.
Y mis piernas no consiguen avanzar en aquel aire tan espeso de la altura, y mis pies no consiguen sujetarse ni impulsarme. E intento un grito que apenas sale, en una disociación insoportable entre mi mente y mi cuerpo.
Y voy cayendo y cayendo y siento que entre mis brazos abiertos me cabe el cosmos, mientras los gritos que no salen machacan a golpes mis sienes.

Continuará (...)

No hay comentarios: