lunes, 8 de octubre de 2007

El Callejón. Novela por entregas. Página 3.

Ha sonado una sirena, creo que he llegado a mi estación de origen. En efecto, aquí debo bajarme. El sonido estridente del aviso parece haber reiniciado la vida que antes estaba parada, y oigo y veo a gente que durante todo el viaje no había advertido.

Esta sirena me ha hecho despertar en otro mundo, en un mundo en el que el pasado y el presente, el recuerdo y la realidad se superponen en las mismas calles, en las mismas gentes. Aquí eres tú la que se me pierde a lo lejos, tras los cristales empañados, como un punto al otro lado, allí, al final de la vía, el clavo del que hoy pende mi vida, que le da sentido.

Esta noche no nos veremos, ¡ojalá sea sólo ésta!. Ojalá pueda estar mañana de vuelta a la hora de siempre. A veces pienso que estos recuerdos que me van surgiendo a borbotones lo hacen porque necesito contártelos y no puedo, que son la recopilación de lo que no conoces de mí y me explica, que son ese lado, ese trozo que yo quisiera entregarte de mí algún día.

Mi madre me espera en la cama, no ha podido venir a recibirme. No he avisado a nadie más de mi llegada y le dije a ella que tampoco lo hiciera. Quiero ir paseando hasta mi casa, la que lo fue, antes de ir a verla. Es curioso, nunca recuerdo mi casa ni mi calle como la última vez que la vi, termina venciendo siempre la imagen de la calle en la que yo jugaba, tal vez porque aquélla era mía, y la que he ido viendo después, cada vez me ha sido más ajena según se han ido perdiendo los restos de aquel tiempo en ella.

Me estoy acercando, me gusta entrar siempre por la esquina de la droguería. Tal vez porque ése era el límite de nuestro territorio, porque traspasar esa esquina era aventurarnos en mundos prohibidos y volverla, de regreso, sentirnos de nuevo en el nuestro. A cada paso, todo mi interior se va agitando sin que nadie que me ve pueda advertirlo. Voy a girar... ahora... Es como si con la inspiración del aire de este momento quisiera aprehender el instante, llevármelo todo dentro en lo único que me puedo quedar.

(Continuará...)

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