Ayer, mi mujer y yo nos besamos
mientras íbamos por la calle.
Fue un beso sencillo, espontáneo, en la mejilla.
Alguien que se cruzó con nosotros
nos sonrió y nos dijo: "gracias".
Fue un gesto raro, raro y hermoso
el de este hombre al que no conocíamos.
A veces, no es necesario encontrar explicación,
sólo dejarse abrazar por las cosas hermosas
que nos viven en la calle una mañana cualquiera.
Jesús.
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