Pasea delante de mí,
camina con las manos detrás,
lenta, muy lentamente.
Lleva una gorra. Desentona
en él la publicidad de una gasolinera.
Se va encorvando cada vez más
su orgullosa figura, sus enérgicos pasos.
¿Qué busca allá, en la lejanía,
desde la acera elevada?,
una mano seria sobre los ojos,
otra tras de su espalda ajada.
Es como si ya no temiera,
él que tanto corrió,
ser alcanzado por el tiempo,
como si, ya sobrepasado hace mucho,
nos mirara flotando desde fuera,
con la tranquilidad de estar,
ya para siempre, a salvo de ser arrasado.
Jesús.
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