Veo mi vieja caravana y me recuerda
que hubo un tiempo en que yo apenas tenía
nada, o casi nada,
es decir, lo suficiente para ser feliz.
Veo mi vieja caravana y me recuerda
ríos, montañas, pinos, playas,
paseos en bicicleta por la arena virgen
de infancias que para mí serán siempre eternas.
En sus literas, aún duermen conmigo mis hijos
señalando la luna reflejada en el agua.
Aún oigo los cuentos inventados
a la luz de unas pizzas bajo las estrellas.
A la sombra de un pino ya deshecho
nos protegió del sol, del agua, del viento
alojó nuestro descanso y
cobijó nuestro amor.
Veo mi vieja caravana y siento
toda la ternura con la que me mira.
Desde sus ejes gastados, desde su avance ajado,
resbala una gota de rocío por los cristales
que un día fueron brillantes, que el tiempo ha opacado.
Jesús.
No hay comentarios:
Publicar un comentario