Caminante,
no es fácil el camino, a veces.
A veces, estoy desorientado,
no entiendo las señales
y no encuentro las que quiero dar.
A veces se empina, se bifurca
y no sé bien qué me trajo aquí
ni hacia dónde debo ir.
Pero, entonces, una palabra,
una caricia, una sonrisa
lo iluminan y ayudan a continuar.
Y es que quizás, como dijo aquel,
no haya camino que buscar, quizás
sólo se trate de andar.
Y, en el andar, es cierto, basta
un soplo de brisa un día, la luz del sol,
aquella sonrisa, aquella caricia, aquella voz...
Jesús
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